El sistema electoral dominicano, cuenta aparentemente con uno de los mejores
métodos de escogencias de candidatos que, a decir de algunos versados en la
materia resulta ser uno de los más democráticos y representativos, nos
referimos al voto preferencial.
En nuestro país este método aplica solamente en el nivel congresual y para
las elecciones del 2020 aplicara para el voto municipal, específicamente en la
escogencia para la conformación de los concejos de regidores de los distintos municipios.
Quienes defienden este método de escogencia, resaltan dos grandes bondades
que contiene el voto preferencial, la primera, garantiza que los electores
puedan elegir al candidato de su preferencia y no los partidos por medio de
listas cerradas y la segunda, ganaría el candidato más comprometido con su
comunidad.
En lo particular, me identifico con estas dos bondades a la que hago
referencia anteriormente y creo que el voto preferencial, es sin dudas una de
las mejores herramientas de escogencia de candidatos.
Ahora bien, la realidad del voto preferencial en nuestro país es otra, el
voto preferencial es un voto clientelar y no un voto de escogencia, es un voto
que desde su implementación solo ha servido para ensangrentar y comercializar
los procesos electorales, crear discordia y división a lo interno de las
organizaciones políticas, en razón de la lucha que se da entre los candidatos
de un mismo partido.
El voto preferencial en nuestro país "crea un verdadero pandemonium", que no permite la implementación
de las bondades que el mismo tiene, destrozando la premisa de que el elector
escoge por decisión de conciencia lo que más conviene a su comunidad.
En nuestro país el voto preferencial es un voto que se presta a corrupción,
solo habría que hacer una auditoria de gastos de campaña de algunos candidatos
y veremos que muchos de estos gastaron entre 15 y 30 millones de pesos, dinero
que resulta irrecuperables en cuatro años si sumamos los viáticos y sueldos que
obtendrían en sus posiciones congresuales. Frente a esta situación nos
preguntamos. ¿Si no pueden ser recuperables por medio de sus sueldos y viáticos,
por donde lo recuperarían? ¿Son tan patriotas esos políticos que se atreverían a
gastar su dinero para perder? Por decir estas dos interrogantes.
La verdad es que el voto preferencial en un sistema electoral como el
nuestro, resulta ser excluyente y no incluyente, ya que quienes obtienen las
posiciones para competir y ganar a lo interno de los partidos, son los que
tienen dinero para gastar en el proceso comicial,
relevando de esas posiciones a los verdaderos representantes, los descamisados,
los sin apellidos sonoros, de los que estoy completamente seguro, harían un
mejor papel en beneficio de sus comunidades y organizaciones políticas.
Observemos el próximo torneo electoral del año 2020, un ciudadano que
aspire para regidor tendría que gastar mínimo 15 millones de pesos y yo me
pregunto. ¿Puede un dirigente comunitario de la Ciénaga, Capotillo, Gualey,
Simón Bolívar, ser regidor? Claro que no.
De lo que puedo estar seguro y es la realidad, los concejos de regidores tendrán
la misma situación de representación que se da en el nivel congresual con las
comunidades, con las excepciones que puedan existir, personas electas que no
viven en el lugar que lo escogió, individuos de dudosa reputación social y lo más
peligroso grupos mafiosos organizados dispuestos a tener representación en los estamentos
de poder.
Para que el voto preferencial sea una realidad y pueda cumplir su papel,
debe existir un instrumento real que regule los partidos políticos en su
interior y un código de garantías electorales, que permita una verdadera regulación
del torneo electoral, de lo contrario solo será un instrumento anti-democrático,
corruptor y dañino.
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